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viernes, 16 de marzo de 2012

(internet) ¿'Desnudando a Google'? Qué va

Intentaré resumir el argumento de Desnudando a Google: es un ensayo que pretende hacernos creer simultáneamente que Google es la mayor amenaza a nuestra privacidad y que Facebook es la gran esperanza blanca que puede salvarnos del "imperio del Monopolio". Sí, en serio.
La narrativa que forma la columna vertebral de este ensayo es impecable. Google emplea lo que sabe de nosotros a través del uso que hacemos de sus servicios para ofrecernos publicidad lo más personalizada posible; de ese modo pincharemos más en su página y sus dueños ganarán más dinero. No hay que olvidar que cuando no pagamos por algo no somos los clientes sino el producto. Con Google no podía ser distinto.
Pero esa historia se puede contar de muchas maneras. Se puede hablar de una empresa diligente dispuesta a dar el mejor servicio al usuario en todos los ámbitos, incluyendo el publicitario, donde hace lo posible por no mostrarle anuncios que no le interesen. O de un imperio del mal cuya codicia sin límites le lleva a violar la intimidad de sus usuarios con tal de ganar dinero. Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña opta por este extremo, y lo hace de la peor de las maneras, manipulando al lector.
Cuando uno ha leído a Chomsky, un tipo capaz de narrar la Guerra Fría sin referir las acciones de los soviéticos, este libro parece escrito por un aficionado. Cuando Google hace algo bueno, es que se ve forzado a ello, mientras que cuando hace algo malo o sólo discutible lo hace a sabiendas y con la peor de las intenciones. Los argumentos contra la empresa los reviste de toda la autoridad posible, aunque sea la de unos directivos enzarzados en una pelea legal con aquélla, mientras que los favorables frecuentemente los pone en la imaginaria boca de aquellos a quienes llama googlefans, para hurtarles toda credibilidad incluso antes de exponerlos.
El error de partida es la concepción, no por ampliamente compartida menos errónea, de Google como un monopolio, para lo cual se atiende sólo a su cuota de mercado, y no a si tiene capacidad o no de impedir la libre concurrencia en su sector. Claro que no la tiene. Aquí lo que prima es la demonización de los mercados y de las grandes corporaciones, esos entes dedicados a "exprimir a los clientes". Así las cosas, el éxito, el desmesurado éxito de Google es un pecado mortal, sin redención posible. Si además frena a la competencia con "actitudes imperialistas" y compra tantas empresas que no es de extrañar que controle "el mercado de internet", pues... acabáramos. Sólo las pequeñas y medianas empresas, como las creadas o financiadas por el autor del libro, pueden conservar la virtud intacta.

Véanse, por ejemplo, las razones por las que Chrome OS, más que malo, es pérfido: está ahí para que Google disponga de "la capacidad de estar literal y físicamente en tu ordenador sin ser una opción personal, sino una imposición, lo que daña gravemente las licencias del sistema operativo Windows, de Microsoft, que a día de hoy mantiene una cuota de mercado del 96% en ordenadores portátiles en todo el mundo". Por lo que se ve, competir con Microsoft es malo en sí mismo, y poder elegir un sistema operativo distinto a Windows es una imposición.
Por otra parte, el libro está repleto de errores. Sánchez-Ocaña falla en anécdotas, como cuando afirma que Google compró Orkut, cuando lo desarrolló uno de sus empleados que llevaba haciendo redes sociales desde la universidad. Pero también comete fallos en puntos esenciales para su argumentación, como cuando dedica varias páginas a denunciar la contabilidad creativa con los impuestos que paga la multinacional en Europa. Así, para el inversor y empresario que firma este libro, el 28% del impuesto de sociedades de Gran Bretaña no se aplica a los beneficios sino a los ingresos. Si Google paga un 2,4% en impuestos sobre sus beneficios significa que se libra de pagar "un 98%"; vamos, que tendría que convertirse en la primera empresa del mundo en pagar un 100,5% de sus beneficios en impuestos para cumplir con su responsabilidad social. Sánchez-Ocaña llega a decir primero que un tercio de los ingresos de Youtube son debidos a vídeos protegidos, sin especificar si su presencia en el portal es aprobada o no por los dueños de los mismos; pocas páginas después, asegura que el éxito del portal se debe a esos vídeos, los del tercio, y no a los vídeos no protegidos que suben los usuarios y que, haciendo la cuenta de la vieja, deberían suponer dos tercios de los ingresos. En fin...
Sánchez-Ocaña no ofrece casi nada nuevo en estas páginas, sino más bien una reinterpretación de las noticias que sobre Google han salido en estos diez años. Están tan pasadas estas páginas, que hay constantes referencias al "obsoleto Windows Mobile"... cuando este libro vio la luz cosa de un año después de que aquél fuera sustituido por Windows Phone. Otro ejemplo: se hable de Google Health como un servicio activo, cuando se anunció su final en junio. Lo único que puede sorprender al lector más informado es la acusación de que Google Europa alojó durante años publicidad de dialers a pesar de que sabía que engañaban a los usuarios para que sus ordenadores llamaran a teléfonos de pago. Pero ¿cuáles son sus fuentes? Tenemos que confiarlo todo a su palabra, a su escueto "me enteré".
Pese a todo, el libro tiene sus virtudes. Habrá muchos que no hayan estado especialmente atentos a lo que se publicaba sobre Google, o que no hayan visto toda esa información como un todo. Y es bueno recordar que, como afirma un dicho estadounidense, no existe la comida gratis: si te dan algo sin que tengas que aflojar dinero, de alguna otra forma deberás pagarlo. Pero si lo que quería Sánchez-Ocaña es demostrar lo mala que es Google, sus exageraciones y manipulaciones pueden provocar el efecto contrario.

ALEJANDRO SUÁREZ SÁNCHEZ-OCAÑA: DESNUDANDO A GOOGLE. Deusto (Barcelona), 2012, 280 páginas.
Fuente: http://libros.libertaddigital.com/

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